Es fama que
le preguntaron a Whistler cuánto tiempo había requerido para pintar uno de sus nocturnos
y que respondió: «Toda mi vida». Con igual rigor pudo haber dicho que había
requerido todos los siglos que precedieron al momento en que lo pintó. De esa
correcta aplicación de la ley de causalidad se sigue que el menor de los hechos
presupone el inconcebible universo e, inversamente, que el universo necesita
del menor de los hechos. Investigar las causas de un fenómeno, siquiera de un
fenómeno tan simple como la literatura gauchesca, es proceder en infinito (...). Borges, Discusión, 1932.

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